Las frutas de invierno suelen estar muy presentes en los hogares durante los meses de enero y febrero debido a que contienen vitaminas que no pueden faltar en la vida de ningún ser humano.
El consumo de fruta adquiere un protagonismo especial durante la infancia porque contienen vitaminas y minerales esenciales para un buen crecimiento.
De hecho, un informe realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) recomienda el consumo de al menos 400 gramos diarios de frutas y verduras, excluyendo las patatas y otros tubérculos.
De este modo, niños y adultos tienen la oportunidad de prevenir enfermedades crónicas como las cardiopatías, el cáncer, la diabetes o la obesidad.
Es por todo ello que a través de Wikiduca, donde ya disponemos de un post dedicado a las frutas de verano, queremos deciros cuáles son algunas de las frutas de invierno que deberían formar parte de la dieta de niños y niñas.
Algunas frutas propias de esta estación que aportan grandes dosis de vitaminas a todos los miembros de la familia
Las frutas de invierno no solo son beneficiosas para los chiquitines, sino también para el resto de miembros de la familia gracias a sus múltiples propiedades.
Y es que estos ingredientes destacan por su gran riqueza en vitamina C, una sustancia que está presente en una amplia variedad de frutas y que es perfecta para favorecer la absorción de calcio, un mineral indispensable para proteger los huesos y los dientes.
Si queréis que vuestros hijos lleven una dieta sana y equilibrada y consuman distintas frutas de invierno a lo largo de la semana, seguid leyendo y tomad nota de las siguientes opciones.
Granada
La granada es una de las protagonistas indiscutibles en el territorio español durante el invierno. Además, los niños tienden a entretenerse extrayendo las pepitas que se esconden dentro de este pequeño tesoro de la naturaleza.
El aspecto más llamativo de la granada es su elevado contenido en vitamina C, ya que aporta el 10 % de la dosis diaria recomendada.
Contiene, además, altas dosis de polifenoles, un tipo de antioxidante que neutraliza la acción dañina de los radicales libres y retrasa el proceso de envejecimiento.
Cabe mencionar, asimismo, que la granada es una fruta de invierno perfecta para prevenir el sobrepeso y la obesidad debido a que, tal como explican desde la Fundación Española de la Nutrición (FEN), solo aporta 68 kilocalorías por cada 100 gramos.
Uva
A pesar de que es importante consumirla con moderación debido a sus elevadas dosis de azúcar, la uva es otra de las frutas de invierno que no pueden faltar en la dieta de niños y adultos.
¿Los motivos? Su riqueza en antioxidantes, fibra, vitamina C, potasio, hierro y cobre; unos activos que se encargan de combatir los radicales libres, prevenir el estreñimiento, reforzar el sistema inmunológico, evitar la aparición de dolencias hepáticas, proteger el corazón y cuidar la vista.
Caqui
Aunque no es tan conocido como las frutas de invierno que hemos descrito con anterioridad, el caqui también tiene muchos beneficios para el organismo.
Además, su dulce sabor suele resultar de lo más agradable para el paladar de los niños, por lo que no será difícil conseguir que consuman caquis con frecuencia.
Entre sus propiedades destacan la fibra, el agua, las vitaminas A y C y el potasio, principalmente. Estas sustancias convierten al caqui en una fruta magnífica para saciar el apetito, llenar el organismo de energía, proteger el sistema nervioso y disminuir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Mandarina
La mandarina es fácil de pelar, se divide en pequeños gajos que los niños más pequeños pueden masticar con facilidad y se puede llevar a la escuela dentro de la bolsa de la merienda.
Pero estas no son sus únicas ventajas, ya que la mandarina contiene vitamina C, carotenoides, potasio, antioxidantes y fibra.
Las mandarinas o clementinas se convierten, por todo ello, en frutas de invierno muy apropiadas para fortalecer el sistema inmunitario, prevenir enfermedades como el cáncer, reducir los niveles de colesterol malo en la sangre y prevenir la obesidad gracias a su poder saciante.
Chirimoya
La chirimoya esconde en su interior una pulpa muy jugosa y sabrosa que aporta multitud de beneficios al organismo. Las vitaminas A, B y C, el calcio, el potasio, el hierro, el zinc y los antioxidantes son solo algunas de las saludables sustancias que podemos encontrar en las chirimoyas. ¡Que no falten en la dieta de los peques!
Recordad que, a no ser que el pediatra recomiende lo contrario, los niños suelen poder empezar a comer fruta a partir de los seis meses de vida.
No obstante, desde Wikiduca os recomendamos que habléis con vuestro médico antes de introducir este tipo de ingredientes en la dieta de los chiquitines.
A través de este blog también encontraréis algunos trucos y consejos para conseguir que los niños coman frutas y verduras.